Como cada año, y para no perder la costumbre, hemos decidido hacer una
visita a la Vía Ferrata de Oliana, popularmente conocida como Ferrata Regina,
situada en el Alto Urgell y muy cerquita de Andorra.
Sin lugar a dudas, es la Vía Ferrata más larga, bonita y exigente que
hemos realizado. El recorrido se encuentra perfectamente equipado, aunque sí
que hemos notado que ya va haciendo falta que algún equipo la repase porque
algunos de los tramos de la línea de vida se encuentran deteriorados o han
desaparecido por alguna caída o mal uso de la misma.
El recorrido es severo y tardaremos unas 6 o 7 horas en realizarlo, por lo que solo es
aconsejable que solo se aventuren a hacerlo personas con una cierta preparación
física.
Esa mañana salimos de Zaragoza con dirección a la Sierra de Güara para realizar
uno de sus barrancos, el Formiga, donde nos encontramos con toda una romería de
barranquistas. La gran mayoría era gente inexperta que retrasaba a todos los
que descendíamos el barranco, por lo que la bajada se retrasó más de lo
esperado. ¡Qué le vamos a hacer!... cuando uno está de vacaciones hay que dejar
las prisas aparte y armarse de paciencia.
Una vez realizado el barranco, continuamos nuestra andadura hasta
Oliana; un pueblecito que da nombre a la Vía Ferrata Regina.
Tras cenar y tomar algo fresquito, sobre medianoche, nos dirigimos al pie de la
vía con intención de acampar por sus inmediaciones, pero en vista de que era
viernes y que se preveía otra romería de ascenso a la vía la mañana siguiente,
se nos calentó la boca y decidimos aventurarnos a realizar el primer tramo de
la vía esa misma noche.
Creo que nadie lo ha intentado antes por lo que decidimos aventurarnos
y dejar nuestro sello en las piedras de esa vía que es, sin duda para nosotros,
la más hermosa Vía Ferrata de todo el país.
Con el cansancio del viaje de Almuñécar a Zaragoza del jueves y el
descenso del barranco de Guara a nuestra espaldas el mismo día, preparamos las
mochilas y todo el material necesario para emprender la ascensión.
Frontal, saco, esterilla, funda de vivac, abrigo, 3 litros de líquido
por persona, bocadillos, desayuno, etc.
Las mochilas pesan más de lo que esperábamos pero es el precio que se
ha de pagar para este desafío.
Comenzamos nuestra aproximación hasta la pared por el sendero de
costumbre, sendero que perdemos durante la subida adentrándonos en un bosque
espeso que nos hizo perder casi una hora. Nos toca retroceder sobre nuestros
pasos hasta hallar nuevamente el camino que lleva a la pared.
La luna está casi llena, pero nos encontramos en la cara oculta por lo
que de nada nos va a ayudar hasta que lleguemos arriba.
No es lo mismo realizar la vía de día que de noche, eso es obvio, y
entre el sobrepeso y el cansancio acumulado, pronto notamos los efectos en
nuestros brazos y piernas.
Uno de los frontales se nos apaga, pero como somos previsores
improvisamos otro de circunstancia que nos saca del apuro; menos mal, porque si
nos quedamos sin luz subiendo habríamos tenido serios problemas.
Por fin, llegamos al final del primer tramo sobre las 03:00 de la madrugada.
Más tarde de lo esperado, pero la noche es lo que tiene, y decidimos hacer cima
en la aguja situada al sur del puente tibetano.
Yo recordaba que había una pequeña explanada arriba, pero para nuestra
sorpresa nos encontramos con un pequeño pedregal donde echar nuestros cansados y
doloridos cuerpos, junto al hito central de la aguja.
La luna estaba casi llena y brilla con todo su esplendor, reflejada
sobre las aguas del pantano. Ha merecido la pena sufrir durante la subida para
poder contemplar estas vistas por la noche. Ante nosotros, la Vía se eleva
majestuosa marcando su perfil calizo y observada distante por su guardiana
nocturna y brillante.
Nos recostamos en nuestros sacos entre unas piedras para no caer al
vacío y allí dormimos hasta las 06:00 de la mañana, hora en la que comienza a amanecer.
Nos deleitamos con el paisaje hasta las 09:00, que es cuando aparecen
los primeros vehículos en el aparcamiento que avistamos a lo lejos. La romería
de gente empieza a llegar, pero les llevamos una gran ventaja y no es de
preocupar. Desayunamos tranquilamente, recogemos y nos acordamos de todos
aquellos que no están aquí arriba junto a nosotros (mujeres, hijos y amigos) para
contemplar todo lo que teníamos el privilegio de ver.
El resto de la vía lo hacemos muy tranquilos, regresando al coche sobre
las 15:00 de la tarde. Noche visitando Zaragoza y de vuelta a Almuñécar el
domingo, a nuestros quehaceres diarios.
En resumen, una experiencia inolvidable que aconsejamos a tod@s los
amantes que, como nosotros, aman la naturaleza y nuestra Tierra.
Sin duda que volveremos a visitarla el día de mañana…
Aquí os dejo el vídeo
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