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Paulo Coelho

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domingo, 4 de octubre de 2009

Un paseo por la Alpujarra


La Alpujarra es una de nuestras comarcas andaluzas más singulares de toda Europa. La belleza de sus increíbles paisajes han cautivado a innumerables artistas y escritores desde hace siglos: Pedro Antonio de Alarcón ("La Alpujarra: sesenta leguas a caballo. precedidas de seis en diligencia" es el primer libro de viajes escrito en castellano), Federico García Lorca, Julio Caro Baroja ("Los moriscos del Reino de Granada), Virginia Wolf, Gerald Brenan ("Al Sur de Granada"), Jean Christian Spahni ("La Alpujarra, Andalucía Secreta"), Richard Ford ("Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa", José Guglieri ("En los Alpes Alpujarreños"), Pío Navarro Alcalá Zamora, Antonio Gala ("Testamento Andaluz"),... Siendo posiblemente la zona que ha servido de inspiración del mayor número de libros de viajes.
 
El entorno físico de La Alpujarra, Sierra Nevada, ha sido declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco, Parque Natural y Parque Nacional, sobre todo por sus endemismos botánicos y su particular ecocultura.
 
Hoy es unos de esos días que decidimos tomar el coche e improvisar sobre la marcha recorriendo esta comarca cautivadora y desconocida hasta ahora para nosotros.


Tomamos la carretera de Almuñécar a Granada y nos desviamos en dirección a Órgiva, que casualmente se encuentra en fiestas. Como vamos a realizar un recorrido circular, decidimos continuar y dejar la visita para más tarde.

Será en Pampaneira donde comenzaremos nuestro paseo. Es un pueblo que podemos encontrar todo lo que deseemos cuando buscamos turismo rural, encontramos comercios de artesanía, buenos bares para tapear, locales de ocio, calles preciosas para pasear y unos alrededores sobre el barranco de Poqueira donde podemos hacer senderismo.


Nuestra siguiente parada será en Bubión, una pequeña aldea a caballo entre Pampaneira y Capileira, que tampoco pierde su encanto. Su arquitectura es la propia de los poblados beréberes, paisaje de calles empinadas y viviendas escalonadas con tejados planos de pizarra y adaptadas a los escarpados perfiles del terreno.


Tras pasear por sus calles y tomar un refrigerio nos dirigimos a Capileira, al que llegamos en apenas unos minutos, ya que distan muy poco uno del otro

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Se trata de un pueblo de montaña (a 1.436 m de altitud) en el que disfrutar de la naturaleza del Parque Nacional de Sierra Nevada, subir hasta el Mulhacén o el Veleta, o bajar hasta el río Poqueira.


Fueron los musulmanes los que extendieron las formas de cultivo que han impreso un peculiar carácter al paisaje alpujarreño. El agua es conducida mediante sofisticados sistemas de acequias hasta los pequeños bancales labrados en las laderas. En ellos crecen hortalizas, vides, olivos, frutales. Antiguamente durante la época musulmana también se cultivaban las moreras y morales, ya que fue la base de la industria de la seda, la más importante producción de la comarca. Tras la expulsión de los moriscos, los colonos cristianos, poco numerosos y habituados a otras técnicas de cultivo, extendieron el cereal en secano, descuidaron los regadíos y se produjo una importante deforestación. A partir del siglo XVIII el regadío volvió a recuperarse poco a poco.


Disfrutamos de un paseo por sus calles en un ambiente tranquilo visitando cada rincón de los tres barrios que conforman actualmente la población.


Retornamos nuevamente hasta Pampaneira y desde aquí tomamos ahora la carretera con un paisaje continuo de arboles y castaños que  a través de Pitres, Portugos y Busquistar nos conducirá hasta Trevelez, punto más alto de la Alpujarra Granadina, siendo también el pueblo con mayor altitud de toda la Península, ya que se encuentra a una altitud de 1.476 metros.


Al igual que en sus pueblos hermanos podemos comprobar su semejanza en cuanto a calles empinadas, pequeñas casas blancas con tejado plano, chimeneas con sombrero y tinaos, que nos hacen viajar en el tiempo.


Disfrutamos de un paisaje de montaña espectacular, pues bajo nuestro punto de vista es  la mayor riqueza con la que cuenta, sin olvidarnos claro está de la cocina típica alpujarreña con la que pudimos deleitarnos en la terracita de uno de sus restaurantes.


El retorno lo hacemos por la carretera que conduce hacia Torviacon y desde aquí nuevamente a Órgiva completando así nuestro recorrido circular.


Tras pasar la tarde en Órgiva y disfrutar hasta de una corrida de toros (os recuerdo que estaban en fiestas), nos dirigimos ahora a Lanjarón o también llamada Ciudad Balneario.


La localidad cuenta con atractivos más que suficientes como para hacer recomendable su visita en cualquier época del año: buenos hoteles y restaurantes, un típico Barrio Hondillo de arquitectura tradicional alpujarreña, hermosos jardines y frondosos paseos arbolados, una larga calle principal de tenderetes con típicos objetos artesanales de cerámica, caña y mimbre, y fuentes de agua fresca por todas partes.


También aquí coincidimos con la fiesta de su patrona, la Virgen del Rosario, a la que tuvimos la suerte de contemplar en procesión.


Finalmente retornamos nuevamente a Órgiva para cenar y disfrutar del baile del pueblo en las calles junto a la iglesia y ya de madrugada regresamos a Almuñécar no sin antes detenernos en Salobreña donde daba comienzo un concierto del Maki y La Morena que no pudimos dejar de ver.


Resumiendo chic@s a veces improvisar resulta más divertido que ir con todo programado, al menos para nosotros que disfrutamos de un día súper-completo y lleno de sorpresas.

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